Mi nombre es Noelia Severo, soy de Buenos Aires, Argentina, y soy la mamá de Ciro, quien falleció en mi panza a las 18 semanas de Gestación. Ciro es el tercero de 4 hermanos, lo preceden Ezequiel (12), Cruz (7) y lo sigue Enzo, mi arcoíris de casi un año. Estoy casada hace 12 años con Maxi, mi compañero de vida y de lucha, con quien nunca nos imaginamos formar esta numerosa y particular familia.
Nos enteramos que Ciro estaba en camino el 20 de diciembre del 2012. El embarazo se venía desarrollando con normalidad, hasta que a las 16 semanas, el sábado 8 de marzo en una eco de rutina, nos dicen que mi porotito (así le decíamos, porque todavía no sabíamos su sexo) tenía el líquido amniótico reducido… Recuerdo haber salido del consultorio del ecografista, aguantándome las lágrimas, rompiendo en llanto unos pasos después, porque algo adentro mío me decía que esto no estaba bien, que no iba a terminar bien, mientras mi marido me decía que no me preocupe, que no me adelante… Luego del fin de semana, fuimos a la obstetra y ahí, por primera vez, escuche latir su corazoncito con el aparato de monitoreo, algo inusual por las sdg. Me mandan reposo absoluto por 10 días, repetir la eco en otro lugar y volver a control.
Esos 10 días fueron de mucha incertidumbre, pero tenía la esperanza de que todo lo que estaba haciendo iba a tener sus frutos, que mi chiquitín iba a salir adelante y que esto seria solo una anécdota para el futuro.
El martes 19 de marzo por la tarde fuimos a la eco para ver cuánto había prosperado todo, porque sí, yo pensaba que iba a recibir buenas noticias. Fui con mi mama y mi hermana, porque Maxi no podía acompañarme. El ecógrafo empieza a revisarme. Me pregunta si había perdido líquido, a lo que le cuento lo que venía pasando. Me dice que ya casi no había líquido, que la frecuencia cardíaca del poroto era muy baja y que no esperara al jueves (que tenía control), que fuera a una guardia al salir de ahí. Tiempo después me entero que les dijo a mi hermana y madre que me llevaran urgente porque Ciro se moría, mientras yo llamaba a mi marido para contarle las novedades. Pasamos por casa a buscar ropa porque era sabido que quedaba internada, luego fuimos a buscar a Maxi y de ahí al hospital. Después de esperar 40 minutos, me atiende una doctora, que al leer la ecografía me da el pésame, así sin anestesia, y yo que no sabía nada todavía. Se va a “consultar que hacemos” y tarda lo que para mí fue una eternidad. Viene otra doctora, que me revisa y me manda a mi casa a hacer reposo nuevamente por dos días, y repetir la eco en otro lugar. Salgo de la guardia más confundida de lo que entre, le comento a quienes me acompañaban lo que me dijeron, y mi hermana decide llevarme a otro hospital, que tuviera eco de guardia. Lo cual hacen inmediatamente al llegar. El técnico Comienza a revisarme. Busca un rato. Se va. Viene otro ecógrafo. Vuelve a buscar. La pantalla estaba puesta de tal manera para q yo no viera, pero por el rabo del ojo pude ver cuando en vez de latidos salió una raya permanente, muda. El mundo se me vino abajo en un abrir y cerrar de ojos. Mil preguntas: ¿Por qué? ¿Porque a mí? ¿Porque a nosotros? Salimos y mi familia esperando afuera, voltean preguntando con la mirada. Un gesto de no con la cabeza y el llanto salía como cataratas. Me internan. Una doctora muy dulce me agarra, me explica como va a ser todo pero yo estaba ida, ya no importaba, lo que más ansiaba en ese momento se había esfumado, que me importaba lo que me decía esa mujer. Paso la noche deseando que esta tortura se terminara, solo quería volver a mi casa, abrazar a mis hijos y no soltarlos más.
El 20 de marzo, alrededor de las 10 de la mañana, las pastillas que me habían colocado la noche anterior comenzaban a hacer efecto. Un dolor insoportable, incomparable a mis anteriores partos. Voy al baño porque sentía que perdía mucha sangre. Veo que ya salían coágulos cuando escucho que cae uno grande al inodoro, me levanto para limpiarme y lo veo, tan chiquito, tan indefenso, colgando de mí. Mis gritos hicieron que viniera casi todo el personal médico. Expulso la placenta y me llevan a la cama. Pero yo ya no estaba ahí. Mi corazón se había ido con ese ser del que ni siquiera sabía su sexo. Cuatro horas después estaba en quirófano donde me practicaron un legrado. Y seis horas más tarde, estaba en una nueva habitación, dentro de la residencia de madres, para que yo no estuviera en contacto con otras embarazadas o bebés. Maxi me pregunta que hacemos con los chicos, quien se los dice, porque no solo éramos papá y mamá quienes lo esperábamos. Le pregunto que pensaban ellos, ¿Dónde creían que estaba mamá? Su respuesta fue: Ellos creen que viniste a tener al bebe. ¡Boom! El mundo otra vez hecho pedazos. Le digo que se los diga él, que no quería que me vieran llegar con los brazos vacíos si esperaban otra cosa. Al día siguiente el alta. Y el segundo día de mi vida sin Ciro. ¿Cómo iba a hacer para salir de esto? No sabía como pero tenía que hacerlo, mis hijos mayores me necesitaban. El 12 de junio me entregan los resultados de Análisis Patológicos, donde me entero que mi Porot@ era Ciro.
Unos días después de que Ciro se fuera, por casualidad encuentro “Era en Abril”. Mi salvavidas. De repente me di cuenta que no era un bicho raro, y que todo lo que sentía estaba bien. Con el tiempo me anime a contar mi historia y de vez en cuando podía dar una palabra de aliento. Empecé a sentirme parte de algo grande y me di cuenta que ayudar a otro/as que lamentablemente llegan a la fundación era lo mejor que podía hacer para honrar la memoria de mi hijo. De a poco me fui involucrando cada vez más y hoy formo parte del Equipo de Diseño, donde realizo tareas relacionadas con la prevención y concientización a través de campañas audio-visuales que son difundidas en Facebook y Twitter y ayudo a editar el sitio web.
Gracias EEA por ayudarme a entender todo lo que pasaba, pero principalmente les agradezco porque al encontrarlas, siento que encontré a una nueva yo.
Y gracias mi principito alado por hacerme tu mamá.
Noelia Severo
Mamá de Ciro, Ezequiel, Cruz y Enzo
Equipo de Diseño Era en Abril
Gracias por poner en palabras lo que muchas mamis sentimos ante éste huracán que invade nuestras vidas. Lorena (mamá de Pedro y Lucio)