Pérdida de un bebé

Largo duelo tras la pérdida de un bebé.

 

El “British Journal of Psychiatry” publica un estudio realizado por la doctora Emma Robertson Blackmore en el que pone de manifiesto cómo la depresión por la pérdida de un bebé durante el parto puede llegar a durar años e incluso persistir tras el nacimiento de un bebé sano.

Este estudio ha sido realizado sobre datos recogidos en la Universidad de Bristol en los años 90. Se trata de una muestra de 13.000 mujeres que fue analizada por el equipo de la doctora Robertson años más tarde encontrando un total de 2.800 abortos involuntarios en estas mujeres. En paralelo se realizó un seguimiento de otro estudio realizado en Inglaterra, concretamente en el condado de Avon, con una muestra de 14.000 niños nacidos vivos.

En relación a estos dos seguimientos se observó que las mujeres que han sufrido la pérdida de un bebé durante el parto viven con mayor nivel de ansiedad un segundo embarazo y también, son más propensas a la depresión. El estado de depresión puede persistir incluso tres años después del nacimiento de un bebé sano. Tal y como afirma el colaborador del estudio, Jean Holding, es una circunstancia muy difícil de superar para estas madres y que, además, tiene gran repercusión en su vida familiar.

Este tipo de estudio se realiza por primera vez ya que nunca antes se había analizado hasta que punto perduraban en el tiempo estos estados de depresión y ansiedad tras la pérdida del bebé. El impacto psicológico que supone es muy importante y debería ser considerado cuando se evalúa el riesgo de depresión de cualquier paciente.

Los abortos espontáneos son, por desgracia, un hecho bastante frecuente, se calcula que, aproximadamente, un embarazo de cada cinco se ven interrumpidos de forma involuntaria. Algunas de las afectadas sufren de depresión pero, hasta este momento, se consideraba que eran síntomas pasajeros puesto que la mayoría de ellas tiene un parto a término que, supuestamente, les hace remontar el ánimo.

Como conclusión a estos datos, la doctora Robertson apunta a la necesidad de ofrecer un apoyo específico a estas pacientes ya que el estado de ánimo puede afectar de forma muy directa a los niños nacidos posteriormente. Para ello es recomendable e incluso imprescindible que el personal sanitario en contacto con ellas reciba una formación específica para ayudar en esos momentos de duelo. Las matronas, por ejemplo, pueden ser capaces de detectar los posibles casos de depresión y ofrecer el asesoramiento adecuado.

Fuente: Europa Press