Los hombres y el dolor
Lic. Giselle Velez para www.eraenabril.org
Los varones de nuestra sociedad no están criados para aceptar el dolor como parte natural de la vida. Hablamos de dolor tanto físico como emocional, no se lo permiten transitar tanto por el mandato social como por el mandato paterno en el que fueron criados la mayoría de ellos. Si embargo, el dolor les ocurre igual, aunque ellos no quieran hacerlo propio. Tienden a despersonalizarlo, a hacer como si nada sucediera, este es un mecanismo psíquico que se observa muchísimo en el sexo masculino, así como también la negación. Estos mecanismos operan en el ser humano a nivel inconsciente, no basta con decir “hacete cargo de tu dolor”, las palabras no suelen ser efectivas porque hablamos al yo conciente de ese señor. En terapia, se logra atravesar esta primera capa de conciencia y se puede “dialogar” con estos sentimientos que subyacen a la mirada de cualquier persona que no este acostumbrada a oír el hablar inconciente. Porque el inconciente no nos habla con palabras, nos habla con angustias, con sueños, con chistes, con olvidos y tantas cosas más que para comprenderlo, hay que saber descifrar ese lenguaje tan sublime de esta parte oscura de nuestro aparato psíquico.
Sucede que cuando hablamos con pares, amigos, compañeros de trabajo, ellos oyen la verdad vedada por la censura impuesta por la conciencia. Y la conciencia presenta ante el mundo lo que el mundo puede recibir, lo que no será mal visto, lo que es aceptable. Entonces, los consejos o palabras que recibimos de estas personas tan bien intencionadas, y que nos prestan su oído para recibir nuestro dolor, se encuentran con que no hay tal dolor, con que tenemos todo superado, el dolor esta en el pasado, cerrado, o en el otro (generalmente la esposa, este es el mecanismo de proyección), o quizás nos oímos culpando a algo o alguien por la desaparición física de nuestro hijo en lugar de plantearnos como nos afecta la impotencia que sentimos en no haber podido ayudar a este pequeño. No es fácil aceptar para el varón que su propio hijo ha muerto sin que el pudiese hacer nada por ayudarlo. Como rol masculino dentro de la familia, el hombre cuida a cada uno de los miembros de su tribu, les provee alimento, confort y cuidado. Cuando algo tan tremendo como la muerte arrasa con ellos, la impotencia se apodera del jefe de familia, se ven burlados por un enemigo tan implacable como demoledor. Derriba los pilares mas arraigados que cualquier familia posea, la mujer se cae, las creencias son cuestionadas, los pares no nos comprenden…Un huracán en el seno de nuestro hogar y el hombre mudo mirando la caída. Las implicancias psicológicas que esto apareja son innumerables.
Permitirle al hombre ser conciente de su dolor, mostrarlo, vivirlo, elaborarlo y transitarlo debe ser la tarea principal del acompañamiento terapéutico en análisis masculinos del duelo. Como grupo de ayuda a padres en duelo de hijos, ofrecemos este espacio para que comiencen a hablar de esto y se den cuenta que su dolor es igual al de mi compañero y que está bien sentirlo, porque es parte lógica de este camino.
(Este texto es propiedad de su autora y de Era en Abril. Queda prohibida su reproducción total o parcial excepto citando autora y fuente que publica: www.eraenabril.org Grupo de ayuda mutua para padres que han perdido a sus bebés en el embarazo, parto o después de nacer)
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